No se dan cuenta los señores políticos que han perdido por completo la credibilidad para el común de los mortales. Cada día nos desayunamos con alguna circunstancia que nos pone al borde del precipicio político o económico y llega el momento en el que nos deja de ocupar y, mucho menos, de preocupar. Vivimos en una jungla urbana en la que se suceden las escaramuzas.
Cada día se descubren “salvadores de la patria” con sustanciosas cuentas en Suiza, “chaletes” en urbanizaciones de lujo, viajes en yates privados e hijos estudiando en el extranjero para no contaminarlos en nuestros institutos
Lo están haciendo tan rematadamente mal que nuestra apuesta se circunscribe a determinar cual de ellos lo hace peor. Cada día se descubren “salvadores de la patria” con sustanciosas cuentas en Suiza, “chaletes” en urbanizaciones de lujo, viajes en yates privados e hijos estudiando en el extranjero para no contaminarlos en nuestros institutos.
Poco a poco; partido a partido (político, no los de Simeone); día a día, vamos perdiendo la confianza en ellos como conjunto y, por ende, a escala particular. Ponen las manos en el fuego por unos y por otros, y, cuando se las queman, sacan otras de repuesto. Mientras, los jueces, no dan abasto para juzgar y rejuzgar a tanto arribista, que si algún día trabajo por sus conciudadanos, ha pasado a hacerlo por su partido, sus amigotes y finalmente por sí mismo. Nepotismo y poca vergüenza a troche y moche.