Son tantas y tan agobiantes las molestias e inconveniencias relacionadas con el progreso y desarrollo tecnológico (contaminaciones atmosféricas, radioactivas, químicas y térmicas), que a otra importante contaminación, a la acústica, la de los ruidos excesivos y estridentes que también afectan a nuestro bienestar y salud, no le damos la importancia que tiene. Sin embargo son numerosas y reiterantes las denuncias de médicos y científicos que aseguran que el ruido excesivo y prolongado llega a producir dolores de cabeza, vértigo, menor eficacia laboral, estrés, depresiones, agresividad y dolencias
Aunque no llegue a generar graves efectos, la contaminación acústica produce incomodidad y nerviosismoauditivas, hasta sordera definitiva en casos extremos
Aunque no llegue a generar graves efectos, la contaminación acústica produce incomodidad y nerviosismo. Sin duda los ruidos abusivos y estridentes constituyen agresiones físicas y psíquicas, y por ello debieran considerarse faltas y delitos punibles. Los que los producen y no hacen nada por evitarlos debieran aplicarse que la libertad bien entendida comprende la limitación de nuestros derechos cuando resultan abusivos o molestos, y la consideración de los derechos ajenos, indispensable para vivir en sociedad.
El problema es que no todos tenemos la misma sensibilidad para el ruido. Hay muchos jóvenes que disfrutan con música estridente mientras que las personas mayores, los enfermos, los niños, y los que trabajan por turnos o tienen que madrugar, tienen legítimo derecho a dormir y descansar. Un caso extremo de la agresividad que pueden generar los ruidos excesivos ocurrió el 22 de enero del 2000 en el madrileño distrito de Carabanchel. La música alta de madrugada fue el desencadenante. Un hombre mató a martillazos a su vecino, cuando este, una vez más, se negó a bajar el volumen de su equipo de música a las tres de la madrugada.
La contaminación acústica lo invade todo. No sólo está presente en las ciudades sino también en las carreteras, industrias, talleres, medios de transporte…etc. No podemos evadirnos de esta plaga moderna, sin embargo, los excesos pueden evitarse o reducirse si se vigilase, controlase y se hicieran cumplir con suficiente celo las ordenanzas municipales y leyes al efecto. También inculcando a la infancia el respeto a los demás, sin lo cual no tiene razón la defensa de los derechos propios.
Ruido y silencio, ambos son cruciales. Necesitamos el ruido sin el cual no habría comunicación, cultura y progreso. Hay ruido por todas partes, incluso en los parques, pero son soportables mientras que no sean excesivos o impuestos por los demás. Y que no afecten a nuestro descanso y salud por los daños que puedan ocasionar. ¿Y qué se puede hacer para evitar esta moderna plaga mientras que, mayoritariamente, no estemos dispuestos a limitarla? Según un documental de la serie Perspective de Dick Sullivan, «…hoy tenemos que crear silencio, del mismo modo que hemos creado el ruido. Desde hace unos años se está experimentando con microprocesadores que miden la forma y tamaño de las ondas sonoras y producen al instante una igual y opuesta que la contrarresta. Se ha aplicado con éxito en las cabinas de pilotos de aviones militares».
Parece esperanzador, pero resulta muy lamentable tener que depender para sobrevivir, siendo tantos de más aparatos electrónicos.