Caminar por las calles de Rincón de la Victoria es descubrir los secretos que separan la tierra del mar. A 12 kilómetros de la capital malagueña, por la Autovía del Mediterráneo, esta localidad está enmarcada por cuatro reducidos ríos de caudal estacional. Este municipio, cargado de historia y costumbres, tiene como principal reclamo turístico la conocida como Cueva del Tesoro, una de las tres únicas cuevas de origen marino que se conocen en el mundo y la única visitable en Europa.
El interés por el monumento aumenta con el paso de los años y la afluencia crece, aún más, durante el periodo estival. La cavidad ha recibido entorno a 3.000 visitantes más que el pasado ejercicio. Anualmente supera las 30.000 visitas, incremento justificado en las diversas acciones promocionales en ferias turísticas como FITUR, a través de APTA, y a nivel local ofreciendo información a través de la oficina de Turismo y hoteles del municipio.
Esta formación es la prueba de la existencia de los primeros asentamientos en la provincia de Málaga, así lo confirman las pinturas rupestres y los restos de piedras, huesos y cerámicos allí presentes. Su creación submarina se distingue con galerías, columnas y habitáculos erosionados por el mar, por lo que en su interior se pueden encontrar paredes lisas y redondeadas con singulares recovecos.
La zona se originó bajo el nivel del mar por las corrientes y el oleaje, pero debido al choque de las placas tectónicas comenzó a emerger la zona conocida como El Cantal, quedando al descubierto las diversas oquedades y grutas. Desde entonces, las filtraciones de agua dulce constituyeron estalactitas y estalagmitas, propias de cuevas de origen terrestre y de la erosión por agua dulce. Se formó durante el Jurásico y posee un gran interés científico, histórico y cultural. Tiene una longitud cercana a los 2.500 metros, de los que solo 600 son visitables.
En su interior se hallan vestigios desde el Paleolítico hasta la ocupación árabe, pasando por la época fenicia y romana. En ella se han descubierto, además de pinturas rupestres de animales y restos de cerámica pertenecientes al Neolítico, objetos de industria lítica.
Sin embargo, por lo que es internacionalmente conocida esta cavidad es por la antigua leyenda de la existencia de un tesoro escondido por el emperador almorávide Tasufin Ibn Alí, tercer emir almorávide, en el siglo XII. Desde el siglo XVII se llevaron a cabo marchas de búsqueda del tesoro, hasta que en el siglo XX fueron continuadas por el investigador malagueño Manuel Laza Palacios (1909-1988) bajo premisas más científicas.
La leyenda despertó en muchos el interés de entrar en la cueva en búsqueda de riquezas, pero el personaje más conocido, o que más tiempo dedicó a la búsqueda -30 años-, fue Antonio de la Nari, El Suizo. De la Nari empleaba pólvora para explorar y abrir nuevas galerías y fue el descubridor de una parte de la cueva que estaba oculta desde hace siglos. Víctima de una de sus explosiones en la cueva, El suizo falleció en 1847. Su trabajo modificó parte de la estructura originaria de las cuevas, dejando como legado un pozo y la leyenda de que su fantasma vaga por las galerías.
Entre sus cavidades abiertas al público destacan la sala Noctiluca, nombrada así por encontrarse en ella el templo dedicado a la diosa lunar mediterránea. Este espacio es de gran importancia por el altar fenicio donde se realizaban sacrificios de animales y por el enorme trasfondo histórico que envuelve al origen de la provincia malagueña.
La sala más amplia es la de los Lagos, en la que se puede encontrar estalactitas y estalagmitas, gracias a las filtraciones de agua dulce a través de la piedra, así como tres lagos. Desde ella se accede a la sala de la Virgen, recibe este nombre porque fue descubierta por Laza Palacios el día del Pilar (12 de octubre).
De aquí se pasa a la sala de Marco Craso, que recibe el nombre por la posible estancia del cónsul en la cueva tras huir de Roma. Además, cuenta con la sala del volcán -por el aumento de temperatura que se da en ella y su gran profundidad- y del Águila -nombrada así por una formación rocosa que se asemeja a un ave lanzada en picado-. La gruta está no muy lejos del mar, y las rocas que la bordean proyectan un halo apacible a los que se animan a visitarla