¿Qué le pasa al Vélez? Es la eterna pregunta de esta temporada. Nada funciona. El equipo, mentalmente, está mal. Lo que se trabaja en los entrenamientos no termina de salir. Y lo que es peor, el balón no entra.
Con Guerra o sin él, la sequía goleadora se ha hecho crónica, con todo lo que eso conlleva. Y la solución no llega. Parecía, de inicio, que al Vélez le iban a sobrar efectivos. Con una buena pretemporada plagada de rotaciones, de nada han servido las probaturas, volviendo a lo tradicional y sin cambios significativos para arreglar la situación.
La ilusión se ha perdido y ya pocos son los que hablan del equipo. Cada vez son menos los que van al estadio, siguen el día a día y mantienen el interés por un club que le ha vuelto a fallar a los suyos, ¿Qué será lo próximo?
Se le va a hacer eterno al Vélez el cierre de campaña, pero las cosas han venido así. Nada sabemos en cuanto a decisiones, estrategias o ese ‘plan b’ del que hablábamos hace un mes y que no llega. La dinámica lo está reclamando y de momento nadie mueve ficha.